Había una vez un lugar que se había inundado a raíz de una tormenta trágica. El agua llegaba casi hasta el techo de las casas.
Arriba de uno de los techos, había un hombre que le dijo a Dios.
- Dios, por favor escúchame, necesito tu ayuda.
y Dios le respondió.
- Hijo mío, mi ayuda tendrás, tan solo estate atento.
A la hora, pasó un bote y el hombre que estaba adentro le dijo al inundado.
- Señor, venga, baje del techo que lo llevo a un lugar seco.
Y el inundado le dijo.
- No gracias. Estoy esperando a Dios que prometió ayudarme.
Entonces el bote se fue y lo dejó al inundado arriba del techo.
Luego, pasó una lancha con un hombre que le dijo al inundado.
- Señor, suba a la lancha que lo llevaré a un lugar seguro
Y el inundado le respondió.
- No, gracias. Dios prometió ayudarme y me quedo a esperarlo.
Entonces, el de la lancha se fue dejando al inundado arriba del techo.
Luego, sobrevoló un helicóptero arriba del inundado y un hombre que le tiraba una soga desde el helicòptero le dijo.
- Hombre, agárrese de la soga que lo llevo a donde me pida.
Y el inundado se negó a subir sosteniendo que Dios vendría a rescatarlo.
Así, una nueva tormenta cayó sobre esa tierra y el inundado murió ahogado.
Cuando se encontró con Dios, el inundado le dijo.
- Dios mío, prometiste ayudarme y has dejado que muera ahogado.
Y Dios le respondió.
- Pero cómo, si te he mandado un bote, una lancha y un helicóptero para que te rescataran?.
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